me río a veces cuando pienso en
digamos
Céline en una máquina de escribir
o Dostoievski...
o Hamsun...
hombres ordinarios con pies, ojos, orejas,
hombres ordinarios con pelo en sus cabezas
sentados allí tecleando palabras
mientras tienen dificultades con la vida
mientras se devanan casi hasta la locura.
Dostoievski se levanta
deja la máquina para mear,
regresa
bebe un vaso de leche y piensa en
el casino y
la rueda de la ruleta.
Céline para, se levanta, camina hasta la
ventana, mira afuera, piensa, mi último paciente
ha muerto hoy, no tendré que hacer más
visitas allí.
la última vez que lo vi
pagó su factura médica;
son ésos que no la pagan
los que siguen viviendo y viviendo.
Céline camina de vuelta, se sienta ante la
máquina
está quieto su buen par de minutos
entonces comienza a teclear.
Hamsun se detiene junto a su máquina pensando
me pregunto si se creerán
todas estas cosas que escribo.
se sienta, comienza a teclear.
no sabe qué es un bloqueo de
escritor:
es un prolífico hijo de puta
casi tan condenadamente magnífico como
el sol.
él sólo teclea.
y yo río
no alto
pero sí arriba y abajo de estas paredes, estas
sucias paredes de amarillo y azul
mi gato blanco dormido sobre la
mesa
escondiendo sus ojos de la
luz.
él no está solo esta noche
ni tampoco
yo.
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