viernes, 13 de agosto de 2010

CHARLES BUKOWSKI "NOVELA MUJERES" - CAPITULO 13

Una semana más tarde iba conduciendo por Hollywood Boulevard con Lydia. Un semanario frívolo que por entonces se editaba en California me había pedido que escribiera un artículo sobre la vida del escritor en Los Ángeles. Lo había escrito e iba camino de la editorial a entregarlo. Aparcamos en el estacionamiento de Mosle Square. Mosle Square era una sección de bungalows caros utilizados como oficinas por las casas de discos, agentes, promotores y todas esas cosas. Los alquileres eran muy elevados.
Entramos en uno de esos bungalows. Había una guapa muchacha detrás de un
escritorio, educada y fría.
—Soy Chinaski —dije— y aquí está mi artículo.
Lo dejé caer en el escritorio.
—¡Oh, señor Chinaski, siempre he admirado mucho su obra!
—¿Tienen algo de beber por aquí?
—Espere un momento...

Subió por una escalera tapizada y volvió a bajar con una botella de vino caro. Lo abrió y sacó unas copas de un bar escondido. Cómo me gustaría irme a la cama con ella, pensé. Pero no había manera. Sin embargo, alguien se iba a la cama con ella regularmente.
Nos sentamos y bebimos el vino.
—Le daremos muy pronto noticias sobre su artículo. Estoy segura de que lo
aceptarán... Pero no es usted como yo me esperaba...
—¿Qué quiere decir?
—Su voz es tan fina. Parece muy educado.
Lydia se rió. Acabamos nuestro vino y nos fuimos. Mientras nos dirigíamos hacia
el coche, oí una voz.
—¡Hank!
Miré a mi alrededor y allí sentada en un Mercedes nuevo estaba Dee Dee Bronson.
Me acerqué a ella.
—¿Cómo te va, Dee Dee?

—Bastante bien. Dejé el empleo en Capital Records. Ahora estoy llevando aquello. —Señaló con el dedo. Era otra compañía musical, muy famosa con sus oficinas centrales en Londres. Dee Dee solía pasarse por mi casa con su novio cuando él y yo escribíamos sendas columnas en un periódico underground de Los Ángeles.

—Hostia, te lo estás haciendo bien —dije.
—Sí, excepto...

—¿Excepto qué?
—Excepto que necesito un hombre. Un buen hombre.
—Bueno, dame tu número de teléfono y veré si te encuentro uno.
—De acuerdo.
Dee Dee escribió su número de teléfono en un pedazo de papel y yo me lo guardé

en la cartera. Lydia y yo nos fuimos hacia el coche y subimos en él.
—Vas a telefonearla —dijo Lydia—, vas a usar ese número
Puse en marcha el coche y salí a Hollywood Boulevard.
—Vas a usar ese número —siguió diciendo—. ¡Sé que vas a usar ese número!
—¡Corta el rollo! —le dije.
Parecía que se avecinaba otra mala noche.

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