Las chicas salidas de la nada venían
y se sentaban en mis sillones y
bebían y fumaban conmigo
y se metían en mi cama
como irreales
niñas de juguete
pero
a veces
eran
minúsculos pedacitos de
magia maravillosa
aunque la mayor parte
del tiempo
eran
ajenas
a todo
el cielo
la tierra
el mar
la voz
la risa
o
la suerte.
sencillamente
ocurrían.
tenían cierta
valentía
pero no mucha
ternura.
siempre me sentía
mejor
cuando se iban
y nunca tenía
claro
por qué
regresaban
siempre con
alguna historia acerca de que
abusaban de ellas,
lo que probablemente
era
cierto.
pero
a veces
resultaban fastidiosas
durante las largas
noches
con sus
maldiciones y su
charla
amargada
y confusa
y tanto pelo
caído sobre
aquellas caras.
las chicas salidas de la
nada
tenían mucho
que decir.
a veces
me despertaba
(y me despertaban)
bastante
interés
lo explicaban
todo
con
verborrea
lanzando patadas
con sus
largas piernas
con tacón
de aguja
sin embargo,
siempre traían
problemas
de una manera u
otra
sobre todo si
empezaban a
importarme
más de la cuenta.
entonces
sabían
qué hacer
y
lo
hacían.
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