lunes, 18 de marzo de 2013

"FACTOTUM" DE CHARLES BUKOWSKI - CAPITULO 4

Era un hombre detrás de un escritorio, con un aparatito en el oído cuyo cable bajaba junto a su cara hasta su camisa, donde tenía oculta la batería. La oficina era oscura y confortable. Iba vestido con un gastado traje marrón, una camisa blanca arrugada y una pajarita raída en los extremos. Se llamaba Heathercliff.
Yo había leído el anuncio en el periódico, vi que el sitio no estaba a mucha distancia de
mi hotel.

SE NECESITA JOVEN AMBICIOSO CON VISIÓN DE FUTURO. NO ES NECESARIA EXPERIENCIA. EMPIECE EN LA OFICINA DE REPARTOS Y VAYA ASCENDIENDO PUESTOS.
Aguardé en el vestíbulo con cinco o seis jóvenes más, todos ellos tratando de parecer
ambiciosos. Habíamos rellenado nuestras solicitudes de empleo y ahora esperábamos.
Yo fui el último en ser llamado.
—Señor Chinaski, ¿qué fue lo que le hizo abandonar el trabajo en el ferrocarril?
—Bueno, no veo ningún futuro en el ferrocarril.
—Tienen buenos sindicatos, atención médica, retiro.
—A mi edad, el retiro debe ser considerado como algo superfluo.
—¿Por qué vino a Nueva Orleans?
—Tenía demasiados amigos en Los Angeles, amigos que, me di cuenta, me estaban
apartando de mi carrera. Quise ir a un lugar donde pudiera concentrarme en triunfar
sin ser continuamente molestado.
—¿Cómo sabremos que se va a quedar con nosotros el tiempo suficiente?
—Es posible que no me quede.
—¿Por qué?
—Su anuncio decía que había futuro para un hombre ambicioso. Si no es verdad que
haya aquí futuro, entonces me iré.
—¿Por qué no se ha afeitado? ¿Ha perdido alguna apuesta?
—Todavía no.
—¿Todavía no?
—No; aposté con mi casero a que podía conseguir trabajo en un solo día incluso con
esta barba.
—Está bien, ya le haremos saber.
—No tengo teléfono.
—Está bien, Sr. Chinaski.

Me fui y volví a mi habitación. Bajé al mugriento recibidor y me di un baño caliente. Luego me vestí y salí a la calle a comprar una botella de vino. Regresé a la habitación y me senté junto a la ventana, bebiendo y observando a la gente del bar, contemplando a la gente andar por ahí. Bebí con tranquilidad y empecé a pensar de nuevo en agenciarme una pistola y hacerlo de una vez rápidamente —sin todo el rollo de la cavilación y la palabrería. Una cuestión de cojones. Me pregunté si tendría suficientes cojones. Acabé la botella y me fui a la cama a dormir. Hacia las 4 de la tarde, me despertaron unos golpes en la puerta. Era un recadero de la Western Union. Abrí el telegrama.
SR. H. CHINASKI. PRESÉNTESE A TRABAJAR MAÑANA A LAS 8. RMTE.
COMPAÑÍA HEA-THERCLIFF.

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