de pelo encima de cada oreja estaba esperándome.
—¿Sí? —me preguntó, observándome por encima de la hoja de papel.
—Soy un escritor temporalmente bajo de inspiración.
—¿Ah, un escritor, eh?
—Sí.
—¿Está seguro?
—No, no lo estoy.
—¿Qué es lo que escribe?
—Relatos cortos, principalmente. Y estoy en mitad de una novela.
—¿Una novela, eh?
—Sí.
—¿Cómo se titula?
—La gotera en el grifo de mi destino.
—Oh, eso me gusta. ¿De qué trata?
—De todo.
—¿De todo? ¿Quieres decir, por ejemplo que trata sobre el cáncer?
—Sí.
—¿Y qué me dices de mi esposa?
—También aparece.
—No me digas. ¿Por qué quieres trabajar en una tienda de vestidos para señora?
—Siempre me han gustado las señoras en vestidos de señora.
—¿Estás exento del servicio?
—Sí.
—Déjame ver tu cartilla militar.
Le enseñé mi cartilla militar. Me la devolvió.
—Estás contratado.
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