jueves, 18 de julio de 2013

"FACTÓTUM" DE CHARLES BUKOWSKI - CAPITULO 35

Grace, Laura y yo estábamos sentados en un bar del Green Smear unos días más tarde
cuando entró Jerry.
—Un whisky doble —le dijo al camarero. Cuando le sirvieron la bebida, Jerry se
quedó observándola con la mirada baja.
—Escucha, Grace, no estuviste la noche pasada. Yo me quedé sola con Wilbur.
—No pasa nada, querida, tuve que ocuparme de unos pequeños asuntos. Me gusta
dejar al vejete con ganas.
—Grace, se hundió mucho, se hundió de verdad. Henry no estaba, Laura tampoco
estaba. No tenía a nadie con quien hablar. Yo traté de ayudarle.

Laura y yo nos habíamos pasado toda la noche en una fiesta en casa del dueño del bar. Desde allí habíamos vuelto al bar. Yo no había empezado todavía a trabajar en el libreto y Wilbur me había estado dando la lata. Quería que me leyera todos los malditos libros. Hacía tiempo que yo pasaba de leer lo que fuera.
—Se puso a beber mucho. Agarró el vodka. Empezó a beber vodka a palo seco. No
paraba de preguntar dónde estabas, Grace.
—Eso puede ser amor —dijo Grace.
Jerry se acabó el whisky y pidió otro.

—Yo no quería que bebiese demasiado —dijo—, así que cuando se descuidó, cogí la botella de vodka, eché parte de ella en el lavabo y la rellené con agua. Pero ya se había bebido cantidad de esa mierda cargada de grados. Traté de convencerle de que se fuera a la cama...
—¿Ah, sí?

—Le estuve diciendo todo el rato que se fuera a la cama, pero él no quiso. Estaba tan desquiciado que yo tuve que beber también. Al final, me entró la dormilera y le dejé sentado en aquella silla con su vodka.
—¿No le llevaste a la cama? —preguntó Grace.

—No. Por la mañana, entré en la sala y él todavía seguía sentado en la silla, con la botella de vodka a su lado. «Buenos días, Willie», le dije. Nunca había visto unos ojos tan hermosos. La ventana estaba abierta y la luz del sol los hacía brillar, con toda el alma.
—Ya lo sé —dijo Grace—, Willie tiene unos ojos muy bonitos.

—El no me contestó. No conseguí que dijera una sola palabra. Fui hasta el teléfono y llamé a su hermano, ya sabes, el doctor drogadicto. Vino el hermano y le echó un vistazo y cogió el teléfono y nos sentamos hasta que vinieron dos tíos que le cerraron los ojos a Willie y le pusieron una inyección. Luego nos sentamos y hablamos un rato hasta que uno de los tíos miró su reloj y dijo «Ya está» y se levantaron y cogieron a Willie de la silla y lo extendieron en una camilla. Luego se lo llevaron y allí acabó todo.
—Mierda —dijo Grace—, estoy jodida.
—Estás jodida —dijo Jerry—, yo al menos tengo todavía mis cincuenta mensuales.

—Y tu culazo gordo y redondo —dijo Grace.
—Y mi culazo gordo y redondo —dijo Jerry.
Laura y yo sabíamos que estábamos jodidos. No había necesidad de decirlo.
Nos quedamos todos sentados en el bar tratando de pensar en nuestro próximo paso.
—Me pregunto —dijo Jerry—, si no lo mataría yo.
—¿Matarle cómo? —pregunté.
—Por mezclar agua con vodka. El siempre lo bebía a palo seco. Podría haber sido el

agua lo que lo mató.
—Podría ser —dije.
Entonces me volví hacia el camarero.
—Tony —dije—. ¿Podrías por favor servirle a la señorita un vodka con agua?
Grace no encontró la broma divertida.

Yo no vi como ocurrió, pero más tarde me lo contaron. Grace salió y se fue a casa de Wilbur y empezó a dar golpes en la puerta, a dar golpes y a gritar y a dar golpes, y el hermano, el doctor, abrió la puerta, pero no la dejó entrar, estaba de luto y drogado y no la quiso dejar pasar, pero Grace no se dio por vencida. El doctor no conocía a Grace muy bien (puede que todo lo que supiese de ella es que era una buena jodedora) y el tío cogió el teléfono y llamó a la policía, que vino, pero ella estaba demasiado enloquecida y rabiosa e hicieron falta dos de ellos para ponerle las esposas. Cometieron el error de esposarla por delante y ella subió los brazos y luego los bajó y le rasgó a uno de los polis la mejilla, se la abrió de tal modo que podías asomarte por un lado de su cara y verle los dientes. Vinieron más polis y se llevaron a Grace, dando alaridos y pegando patadas, y después de eso ninguno de nosotros nos volvimos nunca a ver.

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