jueves, 2 de enero de 2014

"FACTÓTUM" DE CHARLES BUKOWSKI - CAPITULO 78

El señor Manders se acercó adonde yo estaba trabajando, se paró allí y me observó. Yo estaba empaquetando un voluminoso pedido de pinturas y él se quedó allí mirándome. Manders había sido el primer dueño del almacén, pero su esposa se había fugado con un negro y él había empezado a beber. Bebió hasta arruinarse. Ahora era sólo un vendedor y otro hombre era el dueño del negocio.
—¿Está poniendo etiquetas de FRAGIL en estos paquetes?
—Sí.
—¿Lo empaqueta todo bien? ¿Con un buen relleno de papel de periódico y paja?
—Creo que lo hago bien.
—¿Tiene suficientes etiquetas de FRÁGIL?
—Sí, hay un cajón lleno debajo de este banco.
—¿Está seguro de que sabe lo que hace? Usted no tiene pinta de empleado de envíos.
—¿Y qué pinta debería de tener?
—Normalmente llevan delantales. Usted no lleva delantal.
—Ah.
—Los de Smith y Barnsley han llamado para decir que han recibido rota una jarra de

cola en un envío.
No contesté.
—Si se le acaban las etiquetas de FRÁGIL, dígamelo.
—Cómo no.
Manders se fue andando por el pasillo. Entonces se paró, se dio la vuelta y me miró.
Corté algo de cinta adhesiva del rollo y con especial cuidado precinté el paquete. Manders se

volvió y siguió caminando.
Bud vino corriendo.
—¿Cuántos bastidores de metro y medio hay disponibles?
—Ninguno.
—Hay un tío que quiere cinco bastidores de metro y medio para ahora mismo. Los está
esperando. Hazlos rápidamente.

Se fue corriendo. Un bastidor es una plancha de contrachapado con un borde de goma. Se usa en serigrafía. Subí al ático y cogí una larga plancha de madera, señalé secciones de metro y medio y las serré. Luego empecé a taladrar agujeros en uno de los bordes. Colocabas la tira de goma después de taladrar unos agujeros. Luego tenías que pegar bien la goma de modo que quedase absolutamente recta y ajustada. Si el borde de goma no quedaba perfectamente recto y nivelado, el proceso de serigrafía no funcionaba. Y la puta goma tenía la manía de torcerse y levantarse y resistirse.

Bud volvió pasados tres minutos.
—¿Tienes ya listos esos bastidores?
—No.
Volvió corriendo a la parte delantera. Yo taladraba, apretaba tornillos, lijaba. Pasados

cinco minutos regresó de nuevo.
—¿Tienes ya listos esos bastidores?
—No.
Volvió a irse corriendo.
Tenía acabado un bastidor y estaba a mitad de otro cuando vino otra vez.
—Olvídalo ya, se ha marchado —dijo, y regresó caminando a la parte delantera...

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