jueves, 30 de septiembre de 2010

CHARLES BUKOWSKI "NOVELA MUJERES" - CAPITULO 42

Dos días más tarde, a las cuatro de la madrugada alguien llamó a la puerta.
—¿Quién es?
—Una gatita pelirroja.

Dejé entrar a Tammie. Se sentó y yo abrí un par de cervezas.
—Tengo mal aliento, tengo estos dos dientes jodidos. No puedes besarme.
—Está bien.
Hablamos. Bueno, yo escuché. Tammie estaba en anfetamina. Escuché y contemplé
su larga cabellera roja y cuando ella se distraía yo miraba y miraba aquel cuerpo. Pugnaba

por salir del vestido, pidiendo respirar fuera. Ella habló y habló. Yo no la toqué.
A las seis de la mañana Tammie me dio su dirección y número de teléfono.
—Tengo que irme —dijo.
—Te acompaño hasta el coche.

Era un Camaro de color rojo intenso, completamente abollado por todos lados. La parte delantera estaba hundida, un lado levantado y faltaban las ventanas. Dentro había trapos y blusas y cajas de kleenex y periódicos y cartones de leche y botellas de Coca-Cola y alambres y cuerdas y servilletas de papel y revistas y tazas de papel y zapatos y pajas de beber de múltiples colores. Esta masa de material estaba apilada por encima del nivel de los asientos y llegaba a cubrirlos. Sólo la zona del conductor tenía algo de espacio libre.
Tammie sacó la cabeza por la ventanilla y nos besamos.
Luego se puso en marcha y cuando llegó a la esquina ya iba a unos 70 kilómetros
por hora. Pegó un pisotón a los frenos y el Camaro se bamboleó arriba y abajo. Volví a entrar en casa.
Me fui a la cama y pensé en su pelo. Nunca había conocido a una pelirroja de
verdad. Era como fuego.
Como luz celestial, pensé.
De alguna manera su cara no me parecía ya tan recia...

ENLACE " CAPITULO 43 "

1 comentario:

Anónimo dijo...

A todo le'ntra el viejo loco