lunes, 8 de noviembre de 2010

CHARLES BUKOWSKI "NOVELA MUJERES" - CAPITULO 66

Recogí a Tammie. Llegamos allí un poco temprano y nos fuimos a un bar que había
cruzada la calle. Nos sentamos a una mesa.
—Ahora no bebas demasiado. Hank. Ya sabes cómo se te traban las palabras y
pierdes el control cuando te pones muy borracho.

—Por fin —dije— hablas con sentido.
—¿Tienes miedo del público, no?
—Sí, pero no es miedo de escenario. Es que estoy ahí de fantoche. Les gusta verme
comer mi propia mierda. Pero eso me paga la cuenta de la luz y me ayuda a ir al

hipódromo. No tengo demasiadas excusas para hacerlo.
—Yo quiero un Stinger —dijo Tammie.
Le dije a la chica que nos trajera un Stinger y un Bud.
—Estaré bien esta noche —dijo ella—, no te preocupes por mí.
Tammie se bebió el Stinger.
—Estos Stingers parece que son muy pequeños. Tomaré otro.
Tomamos otro Stinger y otro Bud.
—La verdad —dijo ella—, me parece que no ponen nada en estas bebidas. Creo
que tomaré otro.
Tammie se tomó cinco Stingers en 40 minutos.

Llamamos a la puerta trasera del Smack-Hi. Uno de los enormes guardaespaldas de Marty nos abrió. Tenía a estos tipos con disfunción de tiroides trabajando para él para mantener la ley y el orden cuando los saltimbanquis adolescentes, los freaks peludos, los esnifadores de pegamento, las cabezas en ácido, los fumados, los alcohólicos, todos los miserables, los condenados, los aburridos y los hipócritas, perdían el control.

Estaba ya a punto de vomitar y lo hice. Esta vez encontré un cubo de basura y allí fue todo. La última vez lo había echado justo en la puerta de la oficina de Marty. Le agradó esta vez el cambio.

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