—Quiero decirle algo. Ya he aceptado otro trabajo esta mañana —le conté—, pero ocurre que entonces vi su anuncio. Vivo en la esquina de al lado. Pensé que sería más agradable trabajar en un lugar tan cercano a mi casa. Aparte, tengo la pintura como hobby. Pensé que podría conseguir un descuento en algunos de los materiales que suelo usar.
—Los empleados tienen el 15 % de descuento. ¿Cuál es el nombre del último sitio que
le ha empleado?
—La compañía Jones-Hammer, electricidad. Voy a supervisar su departamento de distribución. Está bajando la calle Alameda, justo debajo del matadero. Debería presentarme a las 8 de la mañana.
—Bueno, aún queremos entrevistar a algunos solicitantes más.
—De acuerdo. No espero obtener este trabajo. Sólo se me ocurrió probarlo porque me
pilla muy cerca. Tienen mi número de teléfono en el impreso. Pero una vez que empiece a
trabajar con la Jones-Hammer, no estaría bien que les diera plantón.
—¿Está usted casado?
—Sí. Con un hijo. Un niño, Tommy, de 3 años.
—De acuerdo, tendrá noticias nuestras.
A las 6 :30 de la tarde sonó el teléfono.
—¿Señor Chinaski?
-¿Sí?
—¿Todavía desea el trabajo?
—¿Dónde?
—En la compañía Gráfica Querubín de artículos para arte.
—Bien, sí.
—Entonces preséntese a las 8 :30 de la mañana.
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