viernes, 27 de agosto de 2010

CHARLES BUKOWSKI "NOVELA MUJERES" - CAPITULO 22

Ángela, la hermana de Lydia, vino desde Utah a ver la nueva casa de Lydia. Esta había pagado la entrada de una casita y los plazos mensuales eran muy bajos. Había sido una compra muy buena. El tío que le había vendido la casa creía que se iba a morir y la había dejado muy barata, demasiado. Había un dormitorio en el piso de arriba para los niños, y un inmenso jardín trasero lleno de árboles y cañas de bambú.
Ángela era la mayor de las hermanas, la más sensible, con el mejor cuerpo, y era la
más realista. Vendía seguros. Pero había un problema, no había lugar donde alojarla. Lydia

sugirió la casa de Marvin.
—¿Marvin? —dije yo.
—Sí, Marvin —dijo Lydia.
—Bueno, vamos —dije yo.
Subimos todos en la Cosa anaranjada de Lydia. La Cosa. Así es como llamábamos
a su coche. Parecía como un tanque, muy viejo y feo. Era ya tarde. Antes habíamos

llamado a Marvin. Nos dijo que iba a estar en casa toda la noche.
Fuimos hasta la playa y divisamos su casita al borde del mar.
—Oh —dijo Ángela—, qué casa tan bonita.
—Además es rico —dijo Lydia.
—Y escribe buena poesía —dije yo.

Salimos del coche. Marvin estaba allí, con sus acuarios de peces marinos y sus pinturas. Pintaba bastante bien. Para ser un niño rico había sobrevivido decentemente, lo había superado con buen arte. Hice las presentaciones. Ángela dio una vuelta contemplando los cuadros de Marvin.
—Son muy bonitos. —Ángela también pintaba, pero no era muy buena.

Yo había comprado algo de cerveza y tenía una botella de whisky escondida en el bolsillo de mi abrigo de la que echaba mano de vez en cuando. Marvin sacó más cerveza y comenzó un ligero flirteo entre él y Ángela. Marvin parecía lo bastante dispuesto, pero Ángela parecía más inclinada a reírse de él. A ella le gustaba Marvin, pero todavía no lo bastante para acostarse con él de primeras. Charlamos y bebimos. Marvin tenía unos bongos, un piano y algo de hierba. Tenía una casa buena y confortable. En una casa como ésta podría escribir mejor, pensé yo, mi suerte mejoraría. Podías oír el océano y no había vecinos para quejarse del ruido de la máquina de escribir.
Seguí echando traguitos al whisky. Estuvimos dos o tres horas, luego nos fuimos.
Lydia cogió la autopista de vuelta.

—Lydia —le dije—, te jodiste a Marvin, ¿no?
—¿De qué estás hablando?
—La noche que te presentaste en su casa, sola.
—¡Maldita sea, no quiero oír hablar de eso!
—Bien, es verdad. ¡Te lo jodiste!
—¡Mira, si continúas con eso no me voy a quedar escuchándolo!
—Te lo jodiste.
Ángela parecía asustada. Lydia se metió en el arcén de la autopista, paró y abrió la
puerta de mi lado de un empujón.
—¡Sal! —me dijo.

Salí. El coche se alejó. Caminé por el arcén. Saqué la botella y eche un trago. Anduve unos cinco minutos cuando la Cosa vino a pararse junto a mí. Lydia abrió la puerta.
—Sube.
Subí.
—No digas una palabra.
—Te lo jodiste. Lo sé.
—¡Oh, Cristo!
Lydia volvió a parar en el arcén y a abrir la puerta.
—¡Fuera!

Salí. Caminé por el arcén. Entonces llegué a un descampado que daba a una calle desierta. Atravesé el descampado y llegué a la calle. Estaba muy oscuro. Miré por las ventanas de algunas de las casas. Al parecer estaba en un distrito negro. Vi algunas luces en un cruce más adelante. Había un bar de perritos calientes. Entré. Había un negro detrás de la barra. No había nadie más. Pedí un café.
—Malditas mujeres —le dije—, están más allá de toda razón. Mi chica me dejó en
mitad de la autopista. ¿Quieres un trago?
—Claro —dijo él.

Pegó un buen trago y me devolvió la botella.
—¿Tienes un teléfono? —le pregunté—. Te pagaré.
—¿Es una llamada local?
—Sí.
—No hace falta que pagues.
Sacó un teléfono de debajo del mostrador y me lo alcanzó. Eché un trago y le pasé
la botella. Tomó otro.

Llamé a la compañía Yellow Cab de taxis, les di mi localización. Mi amigo tenía una cara agradable e inteligente. La bondad podía encontrarse a veces en el centro del infierno. Nos fuimos pasando la botella mientras yo esperaba al taxi. Cuando llegó el taxi subí al asiento trasero y le di al taxista la dirección de Nicole.

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