martes, 21 de septiembre de 2010

CHARLES BUKOWSKI "NOVELA MUJERES" - CAPITULO 36

Después de cenar volvimos a casa y charlamos. Ella era una adicta de la comida natural y no comía carne a excepción de pollo o pescado. La verdad es que le sentaba muy bien.
—Hank —me dijo—, mañana voy a limpiarte el baño.
—Muy bien —dije por encima de mi copa.

—Y tengo que hacer mis ejercicios todos los días. ¿Te molesta?
—No, no.
—¿Podrás escribir mientras yo estoy enredando por aquí?
—No hay problema.
—Puedo salir a pasear.
—No, sola no, en este barrio.
—No quiero interferir en tu escritura.
—No hay manera de que yo pare de escribir, es una forma de locura.

Katherine se acercó y se sentó a mi lado en el sofá. Parecía más una niña que una mujer. Dejé mi bebida y la besé, un beso largo. Sus labios estaban frescos y blandos. Su pelo marrón rojizo cegaba mi atención. Me aparté y volví a echar un trago. Ella me aturdía. Yo estaba acostumbrado a viles zorras borrachas.

Charlamos durante otra hora.
—Vámonos a dormir —le dije—, estoy cansado.
—Muy bien. Antes voy a prepararme —dijo ella.
Me quedé sentado bebiendo. Necesitaba beber más. Ella era simplemente
demasiado.
—Hank —dijo ella—, estoy en la cama.
—Bien.

Entré en el baño y me desnudé, me lavé los dientes, la cara y las manos. Había recorrido todo el camino desde Texas en un avión para verme y ahora estaba en mi cama, esperándome.
Yo no tenía pijama. Me dirigí a la cama. Ella llevaba un fino camisón.
—Hank —me dijo—, tenemos unos seis días en los que no habrá peligro, luego
tendremos que pensar en alguna otra cosa.

Entré en la cama con ella. La pequeña niña-mujer estaba lista. La atraje hacia mí. La suerte estaba otra vez de mi lado, los dioses me sonreían. Los besos se hicieron más intensos. Puse su mano en mi verga y luego le subí el camisón. Empecé a jugar con su coño. ¿Katherine con un coño? Se erigió el clítoris y lo acaricié con ternura, una y otra vez. Finalmente, la monté. Mi verga entró hasta la mitad. Era muy estrecha. Moví hacia delante y detrás y luego empujé. El resto de mi verga penetró. Era glorioso. Ella me apretó. Me moví y seguía apretado. Traté de controlarme. Cesé las sacudidas y esperé a enfriarme un poco. La besé, abriendo sus labios, chupando su labio superior. Vi su cabellera desparramada por toda la almohada. Entonces desistí de intentar complacerla y simplemente la jodí, poseyéndola viciosamente. Era como un asesinato. No me importaba, mi polla se había vuelto loca. Todo aquel pelo, su cara núbil y hermosa. Era como violar a la Virgen María. Me corrí. Me corrí en su interior, agonizando, sintiendo cómo mi esperma se introducía en su cuerpo. Ella estaba indefensa y yo disparé mi éxtasis al interior último de su ser, cuerpo y alma, una y otra vez...

Más tarde nos dormimos. O Katherine se durmió. Yo la abrazaba por detrás. Por primera vez pensé en casarme. Sabía que indudablemente había todavía tachas en ella que no habían salido a la superficie. El comienzo de una relación siempre era lo más fácil. Después era cuando comenzaba el desenmascaramiento, que ya no para nunca. Era igual, seguí pensando en el matrimonio. Pensé en un hogar, un perro y un gato, la compra en el supermercado. Henry Chinaski estaba perdiendo los cojones. Y no importaba.

Finalmente me dormí. Cuando me desperté por la mañana, Katherine estaba sentada en el borde de la cama cepillándose toda aquella extensión de cabello marrón rojizo. Sus grandes ojos oscuros me observaron al despertarme.
—Katherine —dije—. ¿Te quieres casar conmigo?
—No, por favor —dijo ella—. No me gustan esas cosas.
—Lo digo en serio.
—¡Oh,mi erd a , Hank!
—¿Qué?
—He dicho «mierda» y si sigues hablando de esas cosas cojo el primer avión que

salga.
—Está bien.
—¿Hank?
—¿Sí?
Miré a Katherine. Ella seguía cepillándose el pelo. Sus grandes ojos oscuros me
miraron, estaba sonriendo. Dijo:
—¡Es solamentesexo , Hank, solamente sexo!
Entonces se rió a carcajadas. No era una risa sardónica, sino feliz. Se cepillaba el
pelo y yo puse mi brazo alrededor de su cintura y dejé descansar mi cabeza sobre su pierna.
No estaba bastante seguro de nada.

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